Habitar lo que transito, visitar lo que habito, habitar lo que atisbo desde la ventana de mis ojos, desde la ventana o el balcón de mi casa, desde las pupilas del paisaje en el alto de Nano en La Ceja, o cuando el bus recibe la Ciudad bajando del Alto de Las Palmas. Mirar el espejo atávico de cada calle, puerta, señora o perrito callejero.
Desear las piernas de la Cordillera Central y querer remontar las colinas y valles de las muchachas. Ver, Habitar y Ser Observado por el Espacio, lo que me es ajeno, lo que me es propio, lo que he apropiado para mí, lo que he transformado; y lo que me ha apropiado para sí, lo que me ha transformado. Pienso en el aire, el cielo, las aves y los postes de la luz y entiendo que la poesía me permite por un instante sentir que en realidad las cosas no me son ajenas…
En primera Instancia mi obra se convierte en un apoyo para contar el cuento de cómo habito, para encontrar los lenguajes y las sintaxis del hecho de habitar, para cambiar a mi antojo las
escalas de percepción: lo micro, lo mezo, lo macro, lo que abarco, lo que me abarca y lo que me acompaña. Para convertir a los sentidos en piezas de ensamble, en colores para mezclar, y en tópicos para desmenuzar. Mi arte, y lo descubro en estos días, siempre ha sido, o ha querido ser un arte háptico, pero no desde el punto de vista de los sentidos por sí solos, sino como pretexto para llamar la atención sobre ese sentido nuevo, o sentido integrante: el que nos hace sensorialmente habitar el espacio que se habita. Este sentido háptico que definen los arquitectos, el que nos hace sabernos donde estamos, más allá del tacto, el olfato, el gusto, la visión, la audición y la intuición.
Se vale, además, de elementos que sobrepasan lo orgánico y se
alimentan también del plano virtual de la existencia individual, subjetiva por las emociones y
objetiva por la intervención del lenguaje. Me antojo del reto de Iliana Hernández, 2005 “...es el artista quien construye la manera cómo la obra será percibida (la manera de interactuar con
ella), el tipo de espectador (matriz de comportamientos) y la relación simbólica que ella establece entre los mundos virtuales y el mundo real. Dicho conjunto de invenciones es prioritariamente de orden estético-subjetivo y de producción de sentido”, pero también me antojo por mí mismo, o por el duende de las cosas, de permitir que mi obra sea construida por cómo percibo las cosas, cómo soy espectador, cómo, según la analogía del artista, que es prisma de la realidad que virtualiza, cómo es redefinida la realidad al atravesar los
cristales de mi percepción. ¿Puede eso materializarse? No solamente virtualizar la realidad.
En este caso, preguntarme por la percepción mía, o incluso de otros y encontrar una manera de hacer esto tangible, hacerlo materia prima de mi obra. Hurgar allí dónde está mi poesía o la poesía desapercibida de los demás. Incluso se puede pretender llegar más allá: esa misma pregunta de la percepción aplicada a las cosas. (¿Acaso no dejamos un hollín o una película imperceptible en las cosas por el simple hecho de permitir a nuestra subjetividad que las observe?). Una calle tiene olores, sabores, colores, climas... pero tiene recuerdos, memorias emotivas, memorias artificiales, memorias sensoriales –“olían a pescado y así olerán por siempre”- ¿De quién son esos recuerdos, de las cosas o de quién las percibe? ¿Pueden verse esos recuerdos en las cosas, en las personas o en la memoria colectiva?. Por supuesto, aparecen siempre más preguntas
que respuestas. Magnífica materia prima para hacer arte: método poético, obsesivo y, a la vez, asistemático de investigación.
Así las cosas, me pego literalmente de la palabreja esta, VENTANA, para evaluarme y para confrontarme con los retos de mi arte, para mirarme, mirar, ser ojo, ser aquello a través de lo que se observa, hacer el objeto para mirar, mirar a través de él, Habitar las transición, el eslabón estático de la Percepción… Y aquí otras dos palabras: HABITAR y PERCEPCIÓN. Ya entiendo: lo lógico sería VISIÓN, VENTANA, PERCEPCIÓN, pero los sentidos se amplían, entiendo que ya no veo: HABITO.
De hecho, ya no es la PERCEPCIÓN de las cosas, la clave está en la PERCEPCIÓN de cómo HABITO. Una cosa me tranquiliza de este enredo y de estar escribiendo en un texto anterior sobre la reflexión
por mi obra: estas palabras las encuentro después de producir y reconocer mi obra y mi vida social, política y geográfica –tengo una intensa vida geográfica-. Una cosa me asusta: que las palabras son tan complejas que su búsqueda desde el arte pueden parecer –para los otros, y sobre todo para mí- por unos momentos una travesía sin rumbo y por otros una calma chicha.
Ahora que tengo mis palabras, y otro montón de palabras como aves alrededor de un nido es obligada una pregunta multitudinaria: ¿qué me obsesiona?: el espacio, el lenguaje, el acto creativo, el juego, la fiesta, lo privado y lo público y lo universal, lo que es mío y lo que no es mío, la ciudad – lo urbano, el campo, el instinto de comunidad, el vicio de la política, actuar – hacer – concretar, soñar, el hierro, el cielo, lo objetal, los símbolos, leer – mirar –sentir, provocar; y entre
tantas, la encrucijada de abismos de un cuarto íntimo que al abrir la ventana, enlace entre lo público y lo privado, se une con un paisaje común y universal, sin dueños… (…¿Cómo se puede comprar el calor del aire, el canto de los pájaros? Esta idea es extraña para mi gente…
-Carta del Jefe Seattle- Entre otras cosas las ideas de esta carta son aún más extrañas para nuestra gente…)
Esto me lo enseña un amigo geólogo: Si yo soy el referente existen una serie de escalas espaciales –que son hápticas a la hora de la verdad- de acuerdo a cómo me abarquen o las abarque. Colombia, patria, es una idea prácticamente abstracta, porque no puedo abarcarla totalmente, no ya mi pueblo, al que conozco y abarco, mucho más mi casa, o mi cuarto. Sin embargo la nacionalidad y las ideas abstractas son totalmente de mi propiedad, nadie puede
quitármelas. En cambio mi casa, mi patria-vientre, al igual que el vientre de mi madre, me pueden ser reclamados en cualquier momento, por no pagar el arriendo, o porque descubran que otros serán mejores inquilinos... De otro lado, un objeto que mire, que toque, que me lleve a la boca, entra en una relación de sensaciones orgánicas y virtuales con mi individualidad. Y esa es mi gasolina, lo que me invita a hacer arte: a hacer objetos, divertimentos escultóricos, incluso pintura; escenarios, instalaciones, ensambles, objetos significantes, objetos con funciones
significantes... Y otros antojos, sueños que me definen incluso mejor que las obras que ya he concretado: happenings que involucren comunidades enteras, environments, y mi obsesión: una ciudad que urbanísticamente pase por mi gerencia creativa y se convierta, sin desvirtuarse la espontaneidad de lo urbano, en mi obra de arte. Si hago una obra del tamaño de una moneda, que logre también por lo menos idear otras de tamaños que no pueda abarcar. Obras para habitar, más allá de la pieza artística, más cerca de algo así como la política: Si gobernar es
educar, que mi obra eduque, pero no con mensajes, ni con tropos lingüísticos: que eduque hápticamente, a través de los sentidos. Y así, la ventana para sentarme a triniar con los amigos, los abuelos o las niñas; el enlace entre lo íntimo y lo universal, se irá ampliando, haciendo íntimo lo público y exigiendo a lo ajeno y lo abstracto hacer un esfuerzo por invitar más allá. Extendiéndose en las redes informáticas (las nuevas ciudades, circundadas por paisajes de
piernas menos esbeltas y muchachas cartográficas). Ampliando, con una ventana de por medio, los posibles contrastes entre lo propio y lo ajeno: el presente que vivo, y el pasado ajeno, negado por capricho de la física y la fenomenología… una ventana para añorar el pasado… y la memoria preciada que es a veces lo único que tenemos (…Nada poseemos… Sólo una vieja angustia, y los recuerdos… -Arturo Gaviria, 1998) y desde la cual, sin deseos de salir, contemplamos el presente, tan ajeno como el futuro o como la luz artificial que nos ofrecen los avances tecnológicos, o como las decisiones individuales que afectan nuestra vida común e individual y en las cuales no podemos intervenir ni individual ni comunitariamente.
Mi materia prima ya no es el óleo o la plaquita de hierro, o estas resinas… ahora es el espacio y lo que hay en él: objetos, símbolos, códigos, materia prima, óleos, chatarra, sensación, percepción, hábitat, comunidad, llantos, llantas, negocios, y mi pueblo entero, mi pueblo entero para llenarlo de ventanas que sean Toris para comunicar los mundos propios y los mundos ajenos del tiempo, los mundos siempre ajenos de las clases sociales, y los mundos obsesivos de este lado de la ventana… Y mi taller –acaso porque mi casa sea ajena- es una ventana nómada que me sigue a donde voy y se pone entre mí y lo que no soy yo y me construye desde el acto de observar. Esta ventana obsesiva, limbo de la percepción que como el Tori Japonés significa el paso de un mundo a otro, Puente infinito entre lo escondido en lugares insospechados y lo escondido ante la vista amplia de todo el mundo.
Leyendo a Fernando Torrijos en su texto Sobre el uso Estético del Espacio (1992), “la actividad de diseñador alcanza así al individuo mas allá de la creación arquitectónica e incluye, incluso, la dimensión creativa que conlleva el acto de habitar. La relación del hombre y su espacio circundante- como consumidor de productos, creador y copartícipe de experiencias – se articula en una serie de caparazones sucesivos, cada uno de los cuales tendrá unas características que posibilitan y sirvan de marco a unas formas del comportamiento y de la expresión... ...todo sistema que modifique los comportamientos visuales, sonoros o táctiles del individuo, de una manera prevista por el artista y el arte en el espacio como la programación por parte de un artista creador, con finalidad estética de una serie de acontecimientos que afectan sensorialmente al ser perceptivo, positiva o negativamente, por el placer o por el desagrado, en un desarrollo espacio-temporal: el del recorrido”. El propio arte estuvo confinado a museos y galerías, o a formatos y técnicas limitadas, y por un tiempo no exploró su posibilidad como obra de arte de participar como pieza de otras obras de arte desde el diseño ampliado de posibilidades creativas.
Y la ciudad, y el universo, y el paisaje, y mi casa, y mi conciencia cavernosa, y el corazón de los hombres, y el tiempo… tampoco se permitieron por una larga temporada albergar al arte, y la memoria, y las ventanas de la percepción, y a los propios hombres como piezas de ensamble. Siento a veces que en estos tiempos asisto a la universidad o a la ciudad universitaria de la web a vitriniar los retos del diseño de nuevos sueños artísticos, acumulando antojos de ventanas y calados coloniales, paisajes, plantas, resinas, máquinas, nuevas sabidurías industriales y, sobre todo, vivencias, filosofías vivas y caminantes, memorias vivientes, vivencias de la memoria, y sueños artísticos de artistas soñadores o de presos que por lo menos reconocen en la altura una rendija para sospechar la libertad ajena.
La investigación en arte, al igual que la creación, que precisamente comienza de pesquisas y curiosidades en alerta… la investigación definitivamente se parece a la metáfora de desenvolver una obsesión: La mía es la de una obra que a la vez sea los ojos y la visión de quien mira, perdón: los sentidos y la PERCEPCIÓN de quien HABITA. Que sea lo que se habita y se observa por quien habita y observa. Y que sea sobre todo el espacio de la VENTANA, en la cual confluyan los mundos ajenos y propios (o arrendados), en la que confluyan el mundo real y el virtual involucrando las sensaciones de quien los transforma; en la cual confluyan la percepción del creador-investigador y la de aquel afortunado que habita la comodidad de la indiferencia.
Investigación Territorios Expandidos (Cómo los seres humanos cargan de se sentido simbólico el espacio habitado)
Bibliografía:
-Heterocronías. Tiempo, arte y arqueologías del presente. Hutssen M.A., Doane. G., Shapiro, P.M., J. L. Villacañas, J. L. Molinonuevo, N. Bourriaud, M. Cruz, P. Osborne.
-Mito y Realidad. Marcela Eliade. 5a. Edición. 1983.
-Hasta Hoy: Estilos de las Artes Plásticas en el Siglo XX. Karin Thomas.
-Arte Efímero y Espacio Estético: Fernando Torrijos. 1992.
-Plan Departamental de Cultura 2006 - 2020, Antioquia en sus Diversas Voces. Universidad de Antioquia y Gobernación de Antioquia.
-Ferney Gustavo Hernández